jueves, 25 de junio de 2009

UnI'BOT

El leve ascenso de las máquinas

El sueño de la ciencia ficción de que un día los robots pasarían a formar parte del a vida cotidiana fue un absurdo. ¿O quizá no?

¿Quién hubiera pensado que un artilugio con forma de Frisbee que quita el polvo de las alfombras sería la tecnología de punta en robots domésticos en los albores del siglo XXI? Desde su lanzamiento en 2002, Roomba, una aspiradora automática redonda fabricada por una empresa llamada iRobot, se ha llevado millones de dólares de más de un millón de compradores. Firmas rivales, como Electrolux y Karcher, venden aparatos de limpieza similares pero más caros. Al parecer, las “aspiradoras robot” están ganando popularidad.

¿Se trata de simples juguetes, o del comienzo de una nueva tendencia? Roomba es sólo la punta del iceberg, según Helen Greiner, confundadra de iRobot, empresa que también vende robots industriales y militares. Dan Kara, de la consultora Robotics Trends, concuerta con esto. “El punto de inflexión sería Roomba”, afirma.

Aún si esto es cierto, representaría una degradación en comparación con el futuro robotizado que parecía estar a la vuelta de la esquina durante la mayor parte del siglo XX. Desde 1939, cuando Westinghouse Electric presentó a Electro, un hombre mecánico, en la Feria Mundial de Nueva Cork, los fanáticos de los robots se han imaginado un mundo poblado de incansables asistentes robotizados, siempre disponibles para lavar los platos o la ropa y lidiar con la rutina pesada de las tareas cotidianas.

Sin embargo, hasta ahora estos robots se han multiplicado en la ciencia ficción, pero han demostrado ser más esquivos en el mundo real. No obstante, los optimistas ahora sostienen que el éxito de Roomba y de juguetes como AIBO, el robot perro de Sony, junto con los costos que caen en picada de las fuentes de suministro energético de computación, podría significar que el esperado mercado masivo de robots ya se encuentra a nuestro alcance. “Los robots domésticos empiezan a despegar”, declaró un informe reciente de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa.

Hecho a mano por robots

Aunque el sueño del robot aún no está muerto, los robots han tenido su mayor impacto en las fábricas. Los robots industriales se remontan a hace 40 años, cuando las automotrices comenzaron a utilizarlos. Unimate, el primer robot industrial, empezó a trabajar en General Motors en 1961. Incluso en una época en la que el suministro energético de la computación era costoso, los robots eran excelentes trabajadores demostraban que las máquinas controladas por computadora podían realizar algunas tareas mejor que los humanos. Además, los robots pueden trabajar día y noche y nunca se declararían en huelga.

Existen alrededor de 800000 robots industriales hoy en día en todo el mundo, y los pedidos de robots nuevos en el primer semestre de 2003 subieron en un nivel récord de 26% respecto del mismo período en 2002, según la UNECE. La demanda aumenta a medida que los precios caen: un robot vendido en 2002 costaba menos de la quinta parte del costote uno equivalen vendido en 1990, por ejemplo. Hoy en día, en las fábricas automotrices de Japón, Alemania e Italia, hay más de un robot por cada diez obreros de fábrica.

Del mismo modo, los robots agrícolas cosechan miles de millones de toneladas de cultivos cada año. Los hay cortadores de madera de seis patas, recogedores de fruta que trepan los árboles, robots que ordeñan las vacas y otros que lavan ventanas, camiones y aviones. La robótica industrial es una actividad que vende por 5600 millones de dólares, con un crecimiento actual de aproximadamente 7%. Pero el informe de la UNECE prevé que el crecimiento más significativo en los próximos años será más para los robots domésticos que para los industriales. Las ventas de tales dispositivos – desde juguetes a cortadoras de césped y, claro está, aspiradoras – aumentó diez veces su volumen en lo que va de este siglo y superó así al mercado de robots industriales.

La aplicación más de la robótica se está posibilitando gracias al costo en franco descenso del suministro energético de la computación, según Takeo Kanade, del Instituto de Robótica de la Universidad Carnegie Mellon, quien ha construido robots en ambos lados del Pacífico. Esto permite que los programadores desarrollen software con un desempeño más inteligente en robótica. Al mismo tiempo, destácale académico, el costo de los chips para cámaras y sensores también ha caído. “La capacidad de procesamiento es mucho mejor que antes, por lo tanto, algunas de las cosas aparentemente sencillas que hacemos los humanos, como reconocer rostros, pueden empezar a hacerse”, maniefiesta el Dr. Kanade.

Mientras los precios bajan y el hadware mejor, las investigaciones de visión robótica sistemas de control y comunicaciones también han dado un saldo adelante. Las fuerzas armadas estadounidenses y su agencia espacial, la NASA, han invertido miles de millones en la investigación de robótica y campos relacionados como la visión artificial. Los robots Spirit y Opportunity que exploraron Marte pueden encontrar su camino en una superficie para llegar a un punto específico. Los humanos que los controlan no especifican la ruta, sino que se programa a los robots para que identifiquen los obstáculos y los eviten ellos mismos.

“Los robots de la primera generación ayudaron a generar economías de escala”, señala Navi Radjou, un analista de la consultora Forrester. Agrega que ahora una segunda generación de robots más flexibles e inteligentes podrá realizar muchas más tareas. De este hecho provino la indicación del informe de la UNECE de que los robots estarían entrando “en un proceso de difusión similar a los de la PC, la telefonía móvil o Internet en los últimos años”. Pero si los robots verdaderamente están ya en la cúspide de la ubicuidad, ¿para qué los utilizará?

¿Robots al exilio?

Una posible entrada de la robótica al mercado pueden ser los juguetes. En los últimos años, los robots han sido uno de los juguetes más vendidos del mundo. Y pueden ser más que meros objetos de recreo, una vez que se los conócete a una red. Los robots personales, los sistemas inalámbricos y las cámaras de bajo precio, unidos por una PC, podrían permitir que los robots regaran las plantas mientras uno está de vacaciones, o podrían proveer un par ambulante de orejas y ojos. El robot perro de Sony, AIBO, por ejemplo, puede conectarse en forma inalámbrica a una PC, por lo que se puede controlar el hogar a distancia a través de sus ojos mientras se pasea.

Otra posibilidad, que los fanáticos de robots alaban, es usarlos para brindar asistencia y cuidar a las personas mayores y discapacitadas. Honda, Mitsubishi y científicos del Instituto Coreano de Ciencia y Tecnología diseñan máquinas para ayudar a ancianos o minusválidos a trasladarse de una habitación a otra, ir a buscar un entremés o una bebida, hacer funcionar la televisión e incluso para llamar al médico cuando fuera necesario. Si bien se sabe que ha sido difícil de lograr, Joe Engelberger, inventor de Unimate, cree que el cuidado de los mayores es precisamente la oportunidad que la industria robótica debería proseguir. “Todas las naciones con intensa industrialización tienen ayuda insuficiente para sus grandes poblaciones envejecidas que crecen rápidamente”, afirma.

Dado que los hogares están diseñados para habitantes humanos, la mejor forma que deben tomar estos robots sería la de un humanoide. En Japón, el desarrollo de estos robots – por parte de firmas como Honda, Mitsubishi y Toyota – paree haberse convertido en un símbolo de superioridad tecnológica. Pero en última instancia, según Engelberger, que pasó por esto con Unimate, si se pretende que los robots domésticos tengan éxito, deberán ser confiables y demostrar que valen su precio. Se debe poder argumentar, en palabras del inventor, “cómo puede justificarse este maldito aparato”.

Ya se encuentran entre nosotros

Sin embargo, pese a todo el progreso informático, no se ha dado el salto correspondiente hacia la robótica. Se habla de robots asistentes para ancianos desde hace años. Sólo una ferviente optimista interpretaría el éxito de Roomba como el comienzo de una nueva era robótica. Pero hay otro modo de ver las cosas; puede que estemos, de hecho, rodeados de más robots de lo que nos percatamos. El problema es que no han adoptado las formas que Hollywwod, o los investigadores en robótica, nos hicieron esperar. Las máquinas automatizadas, sin embargo, se han introducido sigilosamente en varios rincones de la vida diaria.

Mucho más corrientes que las aspiradoras robots son las fotocopiadoras que ordenan, abrochan y apilan los documentos, así como los cajeros automáticos que, como su nombre lo indica, le ahorran a los cajeros humanos de los bancos el trabajo de repartir efectivo. Otras máquinas analizan las compras, lavan los platos, hacen pan, clasifican el correo leyendo domicilios manuscritos y entregan boletos de tren. Hay aviones comerciales que vuelan e incluso aterrizan usando radares y sistemas satelitales de posicionamiento para volar con niebla y en una tormenta. Existen trenes autónomos, semejantes a gigantescas serpientes robotizadas, que se conducen a sí mismos. Todos estos dispositivos son máquinas autónomas controladas por computadoras, capaces de reaccionar ante las circunstancias cambiantes en consonancia con las órdenes de sus operadores humanos. Dicho de otro modo, son robots. Pero no son el hombre mecánico multiuso que la mayoría de la gente asocia con el término.

¿Y por qué no? La respuesta, por irónica que parezca, podría radicar en el rápido avance en el suministro energético de computadoras. Allá por la mitad del siglo XX, cuando se divisaba el futuro de la robótica, las computadoras eran enormes y costosas. La idea de que se volverían lo suficientemente económicas como para integrarse a casi cualquier dispositivo especializado, desde una máquina de café hasta un lavavajillas, era difícil de imaginar. En cambio parecía más probable que esta inteligencia se incorporaría a una cantidad reducida de máquinas capaces de emplear sus manos robotizadas en una gama de diferentes tareas. En lugar del robot doméstico multiuso, sin embargo, estamos rodeados de docenas de pequeños robots que cumplen muy bien con funciones específicas. No hay necesidad de esperar el ascenso de los robots. Las máquinas, al parecer, ya están entre nosotros.

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